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sábado, 31 de marzo de 2012

que el fuego recuerde nuestros nombres (4/6). Antonio Orihuela








Adiós Uberto, Tito, Antonio, Ángeles, Eladio, Jorge,
Quique, Lucas, Paco, Isaías, Felipe, Isabel, Ramón,
Manolo, Vicent, César, José Luis,
adiós gatos peleones en la panza de mi tiempo.
Adiós hermanos, perlas transparentes, conatos de felicidad
que os disolvisteis en el barro
porque qué otra cosa cabía hacer.

Adiós Castaneda, adiós don Juan, adiós Don Miguel Maus,
adiós espíritus de la colmena y del desierto, águilas y nopales.

Adiós Nerchung Pa, monje misericordioso
que celebraste una puja para una pareja de extraños europeos
aventurados solos más allá del Valle de las Flores Invisibles,
en el gompa de Hunder,
frente a la mirada conmovida de un Maitreya de ojos rasgados
que se reía para iluminar el universo.
Ante aquella luz quemándose, sentado en zazen, vacío de todo,
tres reverencias.

Adiós a Demócrito, a Leucipo,
a Heráclito bañándose miles de kalpas en el mismo río
y a Empédocles que antes de perderse en el Etna
había sido un pájaro,
una flor y una muchacha.

Adiós Spinoza, identidades mentirosas, pasiones tristes,
cuerpos del espacio exterior,
cuerpos de las regiones interiores
y autodeterminación de los cuerpos.
Adiós necesidad, propiedad, esclavitud, moral,
poder, posición, ambición, autoridad,
conceptos y deberes absurdos que nunca fueron nuestros.
Adiós ética, libertad, potencia, adiós a verlo todo al revés,
adiós a coger por la raíz lo que nadie osa mirar,
hilo rojo, razones, zarandeos.

Adiós conocimiento, educación, complejos, ego,
me apeo de todos vosotros.
Adiós equivocaciones, heridas, verdades absolutas,
tarjetas de crédito, tristeza, saudade, impotencia.

Adiós vacío que no pude llenar de realidad
y tuve que taponarlo con utopías.

Adiós juegos, cánticos, asombro, gozo reventador, éxtasis,
adiós pureza que ya no tengo.

Adiós al correo,
ya puedo tirar la llave del apartado 574 al infierno.
Adiós a los solutrenses pintores de cuevas, a los helicópteros,
a las plazas de toros carniceras,
a Fellini balanceándose en un columpio pidiendo una mujer.

Adiós hopis, kiwas, zuñis, sioux, navajos,
dogones, árabes, adiós desposeídos.
Adiós transistores del antiguo juego de la pelota,
petróleo negro y calentamiento global.
Adiós estancos, monopolios, inflación, recortes salariales
y exigencias de competitividad para todos
menos para los que mandan.

Adiós respuestas que obviaban las preguntas
y hacían hablar al dinero.
Adiós sabios, manos en los ojos fingiendo ver,
circo completo de idiotas,
qué sois cuando lo evidente se torna evidente.

Adiós Nino Rota
que adormeciste mis sueños adolescentes de fin de verano
con tu música melancólica.

Adiós migajas de amor,
nubes de humo que contra el tiempo forré con papel de plata,
como briznas de hierba aún os movéis en mi corazón.





Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ediciones de Baile del Sol. Tegueste (Tenerife). 2011

viernes, 30 de marzo de 2012

que el fuego recuerde nuestros nombres (3/6). Antonio Orihuela








Adiós campos de arroz de Banepa, calor de Katmandú,
lluvia del Monzón a las seis en punto de la tarde,
sombreros cónicos de paja trenzada, bicicletas.
Adiós vieja y ruidosa calle de los Escribanos,
adiós ruinas, dólmenes, tholos, cistas, hipogeos,
diapositivas de la Acrópolis,
yogures pasados hasta de color.
Adiós Jardín del Edén, inocencia, ciudades deprimentes,
coches, centrales térmicas, calambres, adolescencia,
manos, noches de velas blancas.
Adiós transplantes de corazón, caricias de mi abuela,
altura del tío Frasco, tijeras de podar,
regalos del tío José y la tía Gertrudis,
cuentos del abuelo Miguel en su colchón de lana,
rictus de la abuela Ángela,
adiós muertos míos, casas de Moguer, pisos de Sevilla,
riberas del Lago de Proserpina, hamaca,
pozo, noche, estrellas.

Adiós India, sagrada Varanasi,
desolada Ladakh, húmeda Bhopal de Himachal Pradesh,
industrias químicas de la muerte en la ría de Huelva,
políticos mentirosos de todos los colores,
adiós a todos vosotros que conocéis de sobra el futuro
y por eso no queréis hablar de él.

Adiós Almaraz, China, la Luna, Li Po, Wang Wei, Mú.
Adiós Magritte, ya eres una pipa.
Adiós Noam Chomsky, adiós pensar.
Adiós Bertrand Russell y la tolerancia, Marcuse y la libertad.
Adiós Martin Luther King, adiós sueños, mayo francés,
huelgas generales y primavera de Praga.
Adiós Barbarella perseguida por lúbricos obispos rojos.
Adiós Gabriel García Márquez, ya nadie te escribirá.

Adiós Star Spangled Banner, grito de guerra
que apenas sonó más allá de un centenar de metros
sobre las praderas de White Lake,
adiós música que nadie oyó,
adiós Nación de los Tres Días
que acogiste a medio millón de pacíficos,
extáticos, desintegrados, silenciados, golpeados y violados
en la gran marcha hacia delante de la lógica de mercado.

Adiós solitario Kevin Ayers,
feliz flipado que no quisiste correr en ninguna carrera,
andarín descalzo de tu órbita
porque los caminos siguen llenos de barro.
Adiós aterciopelado Marc Bolan,
que te comiste enterito el árbol del Bien y del Mal
y te ofrecías después a los muchachos
abierto como una manzana.
Adiós Robert Wyatt,
que despertaste con el rostro lleno de sol
y me dijiste que tu locura
encajaba perfectamente con la mía.
Adiós Elliot Murphy,
que encontrabas minas de diamante a cada paso.
Adiós Jimmy Page
que quisiste enseñarnos que todos somos la misma sorda
y dura y estúpida piedra que nadie quiere escuchar.
Adiós King Crimson, Triana,
Jesús de la Rosa cayendo desde el lago
por los anillos del arco iris de las trompetas telescópicas,
volando sobre un trozo de cartón robado,
ya oigo lo que tocas, es un cielo anaranjado.
Adiós Sonic Youth, ya sabéis
que no se puede sostener nada entre las manos mucho tiempo.

Adiós Iron Butterflay, Deep Purple, Nick Cave,
Topo, Leño, Asfalto, Kortatu, Ñu,
adiós Muertos de Cristo, Chumbawamba,
candelitas blindadas
tragadas por el lobo púrpura
mientras cantabais a las barricadas.

Adiós Marcel Duchamp,
adiós al hombre más lúcido del siglo XX.
Adiós Le Corbusier, amigo de los nazis,
que diseñaste pisos donde la gente se volvía loca.
Adiós Andy, astuto mercader de pelo blanco.
Adiós a los Beatles, cucarachas deformes,
ahora sí que va en serio el Magical Mystery Tour.
Adiós Rolling, que rodasteis desde Street Fighting Man
hasta curvaros al Capital como una palmera.

Adiós Lou Reed, taciturna flor de plástico,
Sweet Jane que me sacabas a bailar
abrazado a una mentira.

Adiós Godot, Wenders del cielo, Fassbinder del infierno,
películas de mi vida
dad recuerdos a la Fender que Jimi Hendrix
quemó en Haight Ashbury,
al alma negra de Janis Joplin
ensayando el vuelo de la mariposa
sobre el Trip Festival de Monterrey,
a Morrison caído como una ficha de dominó
y a Salvador Allende defendiendo la moneda
con una absurda metralleta
mientras los B-56 arrojan bombas sobre Santiago,
adiós alamedas,
carbón caliente de los poemas árticos de Huidobro
y Coney Islands of the Mind.

Adiós paisaje, adiós pelvis de Elvis,
empastillado niño
arrasado por los mismos que te subieron hasta las brumosas
e inciertas montañas del éxito para allí dejarte abandonado.
Adiós Man Ray, adiós fiebre del sábado noche.
Adiós Bee Gees vestidos como niñas de primera comunión.
Adiós suicidas, románticos, cementerio de Père Lachaise.
Adiós al Rey Lagarto
hinchado en la bañera antes de morir de sobredosis.
Adiós tontos que confundisteis lo sagrado
porque habría bastado con bailar en el desierto.
Adiós ordenadores, Chaplin, quimeras, comunistas, aviones,
sereno y pequeño hilandero Gandhi, adiós a la No Violencia,
al chirrido de los periódicos y de la CNN,
a los gritos de los jefes
y a los átomos al servicio de los militares cabezas de chorlito.

Adiós a los que pintáis de rosa las estatuas públicas
y a los que votasteis a nadie porque nadie regala nada.

Adiós a los Who,
a Michael McClure cantando puesto de peyote hasta las cejas,
a las cintas de casette, adiós The Clash, adiós Spanish Bombs,
adiós Joe Strummer
que oíste entre los olivares de Víznar el grito de los muertos
y te fumaste un porro en honor de Federico García Lorca.

Adiós Angelic Upstars,
los de abajo nunca volveremos a estar unidos.

Adiós punk,
extinguida raza que quisisteis tan sólo cruzar la calle.

Adiós Imagine, adiós dieciocho años, adiós Pablo Neruda,
machista enamorador de las muchachas, mi capitán.
Adiós a las canciones de amor, a las revoluciones naranjas,
a los que se sientan en los bares y beben para salvar al mundo,
a los bichos domésticos, a los amigos, a las playas,
a las uñas de los pies pintadas de rosa,
a las marismas, a la risa de las gaviotas,
a los granos de arena dentro del grano de arena.

Adiós a todas las mañanas del mundo,
a la viola da gamba que nunca fui capaz de tocar,
al maestro Saînt Colombe y al almidonado Marais.
Adiós a las Brigadas Rojas y a la Baader Meinhof,
a los juegos secretos de los niños de la burguesía
enfadados con el mundo.

Adiós Bosco, Grünewald, Cranach, Bruegel,
Goya, Staël, Schwitters,
ya sois el espejo del mundo donde arañarse los ojos.

Adiós al hambre, a Greenpeace, a Buñuel, al sueño,
a las cartas bombas, a las rendijas,
a Pedro G. Romero, al Parque de Mª. Luisa en invierno,
a los abrigos, a los sombreros,
a las maletas violetas de veterinario llenas de Arte,
al pan duro, a las lubinas a la sal,
a los convencionales aspirantes a Erasmus
y a creyentes en el Estado,
a los clones, a los rosados pijos del centro derecha,
a los lolailos del lumpen, el tunning y el bacalao,
adiós muertos falsamente vivos, perdidos por completo,
atrapados en redes estúpidas, cargados de objetos inútiles,
ciegos a todo lo claro y lo cercano,
aquí, aquí, adiós, desde el autobús os digo adiós.

Adiós oficinas de lunes a viernes
donde hacer como que trabajas
y donde el jefe hacía como que te pagaba,
adiós empleado del mes, adiós imbécil del año.





Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ediciones de Baile del Sol. Tegueste (Tenerife). 2011

viernes, 23 de marzo de 2012

que el fuego recuerde nuestros nombres (2/6). Antonio Orihuela








Adios Michael Bowen,
que son setenta y cinco mil hermanos de las flores
rodeasteis el pentágono para exorcizar a los espíritus malignos,
hacerlo levitar a cien metros de altura
y así parar la guerra del Vietnam.

Adios Abbie Hoffman que amenazaste a la seguridad nacional
con soltar un gas misterioso
cuyos efectos impulsarían a la gente
a desprenderse de la ropa, besar a los demás y hacer el amor.
Adiós Diggers, que disteis de comer al hambriento
sólo porque así debe hacerse.
Adiós Yippies, que quisisteis abolir el dinero y la polícía.
Adiós hippies, paz, amor y colocón, el viento os llevó,
¿pero, dónde, dónde?

Adiós a todos los que un día predicasteis:
Métete en tu película antes que ellos te metan en la suya,
o, tal vez, la re3volución es algo más que rock y drogas.

Adiós André Bretón,
santón de la última de las revoluciones burguesas,
la belleza nunca más será convulsa.

Adiós Malcolm X, adiós Panteras Negras,
peinados afro y faldas dashikis,
fugaces revolucionarios de un socialismo negro
lleno de infiltrados de la CIA.
Adiós Buster Keaton,
yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho ser dos tontos.

Adiós Ernesto Che Guevara,
asesinado por soldaditos con plomo americano.
Adiós USA, hambrienta cloaca del mundo.




Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ediciones de Baile del Sol. Tegueste (Tenerife). 2011

miércoles, 21 de marzo de 2012

que el fuego recuerde nuestros nombres (1/6). Antonio Orihuela








Bailaron las dakinis
sobre mi atronador joven y después viejo corazón,
escuché la música de mis días en Pashupatinath,
reposó mi espalda
contra los ocho ojos de la estupa de Boudhanath,
una y otra vez me hundí
bajo el verde légamo del Lago de Proserpina, segué
todas las malas hierbas que vi crecer alrededor de mi vida,
se desenrolló la madeja por completo, estoy agotado
y el mundo se ha vuelto viejo y polvoriento,
lleno de telarañas que antes no estaban,
así que adiós, cierro los ojos,
os regalo este saco de huesos y estos ojos azules,
me marcho bajo la fina llovizna,
vuelvo al sin tiempo efímero, a la red de Indra,
a la guirnalda de flores, a los espejos del callejón del gato.

Vajra cortador,
troza y multiplica para la gran liberación y adiós.

Adiós Allen Ginsberg, coronado Rey de Mayo,
sentado para provocar la revolución mundial.

Adiós Timothy Leary, bondadoso padre alucinado,
viajero del Dharma y barquero del bardo,
condenado a treinta años de prisión
por posesión de dos cigarrillos de marihuana,
bilarín de todas las órbitas del éxtasis.

Adiós Aldoux Huxley,
que partiste libre y ligero hacia la luz
después de que se cumpliera tu último deseo,
una inyección intravenosa de LSD-25.

Adiós Owsley, mago, alquimista, pirata químico
que pusiste tú solito y en menos de dos años
ocho millones de dósis de ácido
en las calles de la costa oeste americana.

Adiós Ken Kesey, piloto de los nidos de cuco,
revoltoso cobaya
que cavilaste sobre la naturaleza de la locura
apoyado en una fregona.

Adios Merry Pranksters,
creadores del primer transporte psiquedélico,
que recorristéis América
en un viejo autobús escolar conducido por Neal Cassady,
pintado con alegres remolinos de color
y altavoces donde atronaba rock and roll
queriendo ir siempre más allá, más allá,
y que tanto acojonásteis a Jack Kerouac
cuando fuisteis a visitarle y os preguntó
antes de salir disparado
que si erais comunistas.

Adiós Be-In de San Francisco, adiós festivales de tripis,
adiós pasar al otro lado como salvajes muertos agradecidos.

Adiós Jefferson Airplane, Country Joe & The Fish,
Greateful Dead, The Doors, Steppenwolf, The Byrds,
adiós música, amor, adiós a los sueños de ácido
y que vayan subiendo al escenario
todos los que ya sepan que son Dios.





Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ediciones de Baile del Sol. Tegueste (Tenerife). 2011

viernes, 16 de marzo de 2012

un poema de Ana Pérez Cañamares








Entonces ¿tú también me ves así?
¿Tú también me ves fuerte?

Porque le echo cayena a la comida,
porque bebo como un hombre
(un hombre que bebe mucho)
porque me he horadado el cuerpo
-y el cerebro-
porque he parido a cuatro patas
como una hembra en su guarida
porque okupé en Londres
porque he hablado en público
y he lavado y vestido a mi madre muerta
porque me he rapado el pelo
y lo he teñido de amarillo
porque he dormido sola en el monte
y he puesto a conversar
mi oscuridad con la oscuridad de fuera.

Así que tú también me ves fuerte.

Serás de los que te sorprendas
el día que me desplome;
insistirás en que nunca me viste
dar una señal de debilidad
o de abatimiento.
Te equivocarás como todos
y no podré culparte:
toda la vida llevo apoyándome
en esta fama de fuerte.
Sólo yo sé que la fama camina
sobre muletas podridas.




Ana Pérez Cañamares. La alambrada de mi boca. Baile del Sol. Tegueste (Tenerife). 2007

miércoles, 14 de marzo de 2012

la palabra justa. Erich Fried






No dormir contigo
no: velar contigo
es la palabra
que viene a besar los besos
y que acaricia las caricias

y que respira nuestra respiración
de tu regazo
y de tus axilas
en mi boca
y de mi boca
y de mi vello
entre tus labios

y que nos da la palabra
De ti para mí
y de mí para ti
más comprensible una para la otra
que todo lo demás

Velar contigo
es la finita cercanía
el intercalar
de las infinitas esperanzas
por las que nos conocemos

Velar contigo
y luego
dormirse contigo






Traducción de Ursula Barta


Es lo que es. Erich Fried. La poesía, señor Hidalgo. Barcelona, 2006

viernes, 9 de marzo de 2012

sólo que no. Erich Fried






La vida
sería
quizá más fácil
si nunca te hubiera
encontrado

Menos tristeza
cada vez
por tener que separarnos
menos miedo
de la siguiente
y subsiguiente separación

Y tampoco tanto
de esta impotente añoranza
cuando no estás aquí
que sólo quiere lo imposible
y ahora mismo
de un momento a otro
y que
porque no es posible
está afligida
y respira con dificultad

La vida
sería
quizá más fácil
si no te hubiera encontrado

Sólo que no sería
mi vida






Traducción de Ursula Barta


Es lo que es. Erich Fried. La poesía, señor Hidalgo. Barcelona, 2006

jueves, 8 de marzo de 2012

termópilas. Raymond Carver






De vuelta al hotel, al contemplar cómo se suelta y cepilla
su pelo castaño frente a la ventana, perdida en sus propios
pensamientos,
con la mirada en otra parte, me acuerdo por algún motivo
de aquellos
lacedemonios sobre los que escribió Heródoto, cuyo deber
era defender las Puertas ante el ejército persa. Y
las defendieron. Durante cuatro días. Antes, sin embargo,
ante la incredulidad del propio Jerjes, los soldado griegos
se sentaron despreocupadamente por fuera del muro
de troncos cortados, las armas apiladas,
peinando y reipenando sus largos cabellos, como si se tratara
simplemente de otro día más de campaña.
Cuando jerjes quiso saber qué significaba aquella exhibición,
le dijeron Cuando estos hombres van a perder la vida
quieren que sus cabezas estén hermosas
.
Ella posa el cepillo de mango de hueso y se acerca
aún más a la ventana y a la decreciente luz de la tarde. Algo,
un movimiento o un crujido, llega desde abajo y ha atraído
su atención. Una mirada, y se desentiende.



Bartleby editores, 2006, Madrid

lunes, 5 de marzo de 2012

Presencia



Velpister, 2011







Me levanté a las diez y media de la mañana

Me orinaba

En el pasillo
La perra grande dormitaba

Me asomé al patio
El día era soleado

Ella estaba allí

El perro chico entró conmigo en el baño
Oriné y después le eché otra ojeada al patio

Ella seguía allí

Pero no estaba