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lunes, 29 de octubre de 2012

saco de huesos. Dunya Mikhail




















¡Qué buena suerte!
Ella ha encontrado los huesos de él.
La calavera está también en el saco.
El saco en su mano
como todos los otros sacos
en todas las otras manos temblorosas.
Los huesos de él, como miles de huesos,
en la fosa común,
su calavera, no como cualquier otra.
Dos ojos o agujeros
con los cuales él vio mucho,
dos oídos
con los cuales él escuchó la música
que contó su propia historia,
una nariz
que nunca conoció el aire puro,
una boca, abierta como un abismo,
no era como cuando él la besó
allí, silenciosamente,
no en este lugar
ruidoso con calaveras y huesos y polvo
exhumados con preguntas:
¿Qué significa morir toda esta muerte
en un lugar donde la oscuridad ejecuta todo este silencio?
¿Qué significa encontrar a tu amado ahora
Con todos estos lugares huecos?
¿Devolver a tu madre
con motivo de la muerte
un puñado de huesos
que ella te había dado
con motivo del nacimiento?
Partir sin muerte o certificado de nacimiento
porque el dictador no da recibos
cuando se lleva tu vida.
El dictador tiene una calavera también,
una enorme.
Que resolvió por sí misma un problema matemático
que multiplicó una muerte por millones
y el resultado fue la nación.
El dictador es el director de una gran tragedia.
Él tiene una audiencia, también,
una audiencia que aplaude
—hasta que los huesos empiezan a sonar—
los huesos en los sacos,
el saco lleno finalmente en la mano de ella,
a diferencia de su vecina decepcionada
que no ha encontrado aún lo suyo.



http://www.festivaldepoesiademedellin.org

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